La idiosincracia peruana
En las colas normalmente tenemos poco espacio pero debemos recordar que es muy importante respetar el espacio físico normal que todo ser humano necesita para sentirse cómodo. Debemos tener muy en cuenta la proxemia ya que para que uno se sienta a gusto cuando se encuentra con otra personas, en especial una desconocida, es necesario que hayan entre 46 y 120 centímetros que los separe. Muchos peruanos creen que si acortan la distancia que hay entre ellos y quien lo precede en la cola, llegarán más rápido al lugar de atención. Este falso concepto los lleva a invadir el espacio personal de los demás causando incomodidades que pueden desencadenar trifulcas. Este patrón de comportamiento se evidencia también en la forma que tienen muchos peruanos de manejar, acortando distancias casi hasta chocar (o finalmente chocando) con el carro que tengan al frente, infringiendo lo dictado por el Artículo 92 de las normas de tránsito terrestre: “El conductor está obligado a conservar la distancia suficiente entre el vehículo que conduce y el vehículo que lo precede.”
Esto demuestra cómo los peruanos somos apresurados e impuntuales, el tiempo vale oro y es escaso, por lo que no puede “perderse” haciendo colas para el cine, para pagar las compras, etc.
Según un sondeo realizado por la empresa Apoyo y publicado en El Comercio en el 2007, ocho de cada diez peruanos son impuntuales y un 84% de los encuestados afirman que llegan tarde a sus compromisos . Esto implica que muchas personas lleguen a la hora justa del cine por ejemplo, cuando la película ya va a comenzar, y recurren a intentar colarse en la fila o a tener una mala actitud mientras esperan en ella.
Sin embargo, mucha gente no reclama cuando alguien se cola frente a ellos y esto podría justificarse porque el Perú es un país desigual. Hay muchas brechas sociales y en la actualidad existe un racismo estético: el blanco es considerado más bello por estar ligado a la inteligencia, al poder; mientras que se considera que las personas de razas más oscuras se les considera menos bellas y por lo tanto inferiores. Es por esto que algunas personas se sienten intimidadas por otras, y cuando alguien “superior” a ellos se cola no tienen el coraje para quejarse.
Para tener una visión más informada de por qué los peruanos no se involucran cuando alguien los incomoda mientras hacen una cola, decidimos entrevistar a un sociólogo, Javier Diaz-Albertini. La explicación que nos dio es la siguiente:
Por muchos años, el Estado ha sido el regulador de las actividades en el Perú. Es por esto que, al enfrentarse a un problema, las personas acostumbraban a acudir a una autoridad para que lo regule y solucione. Hoy en día, sin embargo, la sociedad ya no tiene tanta esperanza en el poder del Estado pero por costumbre sigue recurriendo al método de avisarle a un tercero a cargo. Este tiene una mirada más objetiva de la situación al no estar involucrado en el problema, simplemente es una acción de su trabajo hacer respetar los derechos de quien necesite su ayuda.
Esto demuestra cómo los peruanos somos apresurados e impuntuales, el tiempo vale oro y es escaso, por lo que no puede “perderse” haciendo colas para el cine, para pagar las compras, etc.
Según un sondeo realizado por la empresa Apoyo y publicado en El Comercio en el 2007, ocho de cada diez peruanos son impuntuales y un 84% de los encuestados afirman que llegan tarde a sus compromisos . Esto implica que muchas personas lleguen a la hora justa del cine por ejemplo, cuando la película ya va a comenzar, y recurren a intentar colarse en la fila o a tener una mala actitud mientras esperan en ella.
Sin embargo, mucha gente no reclama cuando alguien se cola frente a ellos y esto podría justificarse porque el Perú es un país desigual. Hay muchas brechas sociales y en la actualidad existe un racismo estético: el blanco es considerado más bello por estar ligado a la inteligencia, al poder; mientras que se considera que las personas de razas más oscuras se les considera menos bellas y por lo tanto inferiores. Es por esto que algunas personas se sienten intimidadas por otras, y cuando alguien “superior” a ellos se cola no tienen el coraje para quejarse.
Para tener una visión más informada de por qué los peruanos no se involucran cuando alguien los incomoda mientras hacen una cola, decidimos entrevistar a un sociólogo, Javier Diaz-Albertini. La explicación que nos dio es la siguiente:
Por muchos años, el Estado ha sido el regulador de las actividades en el Perú. Es por esto que, al enfrentarse a un problema, las personas acostumbraban a acudir a una autoridad para que lo regule y solucione. Hoy en día, sin embargo, la sociedad ya no tiene tanta esperanza en el poder del Estado pero por costumbre sigue recurriendo al método de avisarle a un tercero a cargo. Este tiene una mirada más objetiva de la situación al no estar involucrado en el problema, simplemente es una acción de su trabajo hacer respetar los derechos de quien necesite su ayuda.